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La temática fue eje de una jornada de capacitación que estuvo a cargo de la docente y especialista Paula Morales

Desde hace algún tiempo el lenguaje inclusivo es un tema instalado en la mesa familiar, en las aulas, en los medios y en diversos territorios. El clásico binomio femenino-masculino ahora incluye nuevas variantes.

La docente Paula Morales explicó que el lenguaje inclusivo es una práctica sociocultural, una apropiación colectiva, desde el punto de vista del reconocimiento del género como una dimensión constitutiva de nosotros y como una categoría política que atraviesa nuestras prácticas.

Esa dimensión ha estado marcada por el binomio masculino – femenino, con una predominancia de lo masculino en la configuración de la lengua: “ya sea porque lo masculino se asumido como la totalidad que incorpora a lo femenino y lo femenino como una parte que debería sentirse representada por ese genérico que organiza nuestra lengua” afirmó Morales.

A su vez la docente aclaró que urgen otras variantes que tienen que ver con identidades de géneros disidentes, no hegemónicas que vienen a reclamar una presencia en la lengua a través de la implementación de la letra “e”.

Morales consideró que este cambio viene asociado a una condición de época, es decir, un planteo de generaciones juveniles que vienen haciéndose lugar en el campo de la lengua con esta letra del reconocimiento, queriendo ser nombrados.

Aunque también explicó que esta variación se produce por la incorporación de lo femenino a la lengua. “En este sentido la duplicación de los artículos y morfemas venía dada por el uso de las barras (las y los) y, en esa duplicación, se intentaba incorporar en segundo plano de aparición lo femenino frente a este universal masculino”, manifestó Morales.

La doctora planteó que este lenguaje viene a romper algunas nociones básicas que tenemos internalizadas, el género binariamente, es decir, en la relación entre lo femenino y lo masculino. “La letra e viene a demostrar que hay mucho más que necesita ser nombrade, muches más, y viene a producir un resquebrajamiento en lo que es la fórmula del género, asociado a la sexualidad (hombre-mujer) como se nos ha enseñado que es lo lógico”, aclaró la docente.

“La deconstrucción viene a incorporar la perspectiva de derechos humanos a cómo hablamos, cómo escribimos, cómo nos nombramos. La perspectiva de derechos humanos implicaría que, si nos sentamos a pensarlo tenemos que estar todes en la pluralidad de opiniones respecto del tema, pero también en la pluralidad de identidades de autoreconocimiento y me parece que también en las procedencias disciplinares”, finalizó Morales.

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