“Hay grandes constructos teóricos que explicaron algunos fenómenos de otros años que quizás podrían explicar el entramado comunicacional en la actualidad”, afirmó el investigador Leonardo Murolo.
Leonardo Murolo es divulgador en temáticas relacionadas a los usos de las tecnologías y el audiovisual digital. Autor de “Cultura Pop. Resignificaciones y celebraciones de la industria cultural en el siglo XXI”. En su campo de investigación aborda “tecnologías, política, cultura popular y masiva. Usos y narrativas de la comunicación en redes”. En el IV Congreso Latinoamericano de Comunicación de la UNVM presentó sus avances en estudios sobre tecnopolítica, ciberactivismo e influencers cómo los nuevos líderes de opinión. “Traemos las teorías de la comunicación para pensar fenómenos actuales, teniendo en cuenta que el mundo cambió”, explicó en el ciclo televisivo Diálogos en la Uni.
-¿Cómo se vincula un concepto clásico de las teorías de la comunicación, como es el de líderes de opinión, a la figura de influencers?
-En la contemporaneidad se presenta esta figura influencer como un objeto de estudio para el campo de la comunicación. Para abordarlo, para leerlo, hay herramientas que parecen más novedosas. Pensábamos en el término tecnopolítica, la política habitada en los nuevos medios digitales, también el ciberactivismo, como esa forma de la tecnopolítica que está en la bibliografía ligada a formas más progresistas o más hacker. Pensar que en ese entramado de usos que hay en las redes sociales y en las plataformas, como el hashtag, el meme, el uso de la fotografía, del streaming, también se podría analizar cuál es el uso de la figura influencer para ciertas dinámicas que algunas están ligadas a la política partidaria y otras a diversas militancias y activismos. Los y las influencers, que en general tienen algo para contar en términos de entretenimiento, hacen humor, cocinan, hablan de cine, de fútbol; también deslizan por debajo o por detrás de su discurso algunos posicionamientos políticos que van a ser funcionales a un lado o al otro. Desde ahí poner el foco en estas figuras que tienen cantidad y calidad de seguidores. Los siguen por algo y también son muchos. En general son juventudes y los ayudan a tomar decisiones. No vamos a decir que forjan su opinión porque su ídolo dice tal cosa, pero sabemos que los medios de comunicación también ayudan a que tomemos decisiones. Entonces, el concepto, la idea de líder de opinión, que tiene 100 años prácticamente, vuelve actualizada y pensamos si estas figuras son los actuales líderes de opinión de los medios.
-¿Sobre qué figuras trabajaste puntualmente?
-Trabajamos con un conjunto de figuras que son muy conocidas en la Argentina. Con miras de ciertas nuevas derechas podemos pensar la figura de Santiago Maratea o de Kun Agüero, que en general sus ideas giran alrededor de una postura que va a mostrar interés alrededor del dinero, de no pagar impuestos, de la dolarización, de las colectas; van a tematizar un capitalismo financiero que interesa a ciertas juventudes que están alrededor de la figura de la criptos, de las apuestas de un capitalismo que va de los productivo a lo financiero. Y por el lado, posturas un poco más progresistas. Tuvimos en los últimos tiempos ciertos debates alrededor de divas pop como Lali Espósito o posturas como las de “Paulina Cocina” que tienen como bandera los feminismos, el lenguaje inclusivo. Son posturas que se pueden tildar en la actualidad como progresistas y conservadoras que se dan en el terreno del entretenimiento. Esto que Diego Capusotto en un sketch decía “yo hago pop para divertirse”, en ese pop para divertirse hay cosmovisiones, bajadas de línea, opiniones que son muy fuertes en el escenario ultra politizado argentino.
La sociedad del meme
-Este tema forma parte de un capítulo del libro en el que abordas a la industria cultural. Estamos hablando de elementos centrales de lo que son las teorías de la comunicación, adaptándolos a los tiempos actuales. ¿Cuál sería el mensaje para las nuevas generaciones para decir “bueno, acá tenemos las teorías y esto es lo que vemos en la actualidad”?
-Hay grandes constructos teóricos que pueden tener 100 años, que dialogan entre ellos e intentan generar una matriz de pensamiento. Cuando intentan explicar el fenómeno comunicacional en ciencias sociales, sabemos que todas ellas lo explican y uno se posiciona epistemológicamente en una de ellas, en la cual cree más, se ve o entiende que desde ahí se explica qué es la comunicación, quiénes son los sujetos de la comunicación, cuáles son los problemas de la comunicación y son grandes constructos teóricos que explicaron algunos fenómenos de otros años que quizás podrían explicar las tecnologías, los nuevos medios, las audiencias, quiénes somos, el entramado comunicacional en la actualidad también. Traemos esas teorías, esos grandes autores, esas grandes autoras, para pensar fenómenos actuales. Y muchas veces se puede hacer eso, no quedan obsoletas. Teniendo siempre en cuenta que el mundo cambió, que hoy hay novedades comunicacionales no sólo tecnológicas sino prácticas, usos sujetos de la comunicación en entramados que van a ir a buscar el entretenimiento, pero también la comunicación política, la comunicación institucional y la producción académica, que no se puede olvidar de su trayectoria, de sus héroes, de sus grandes conceptos. Hay que reactualizar todo el tiempo.
-En un texto que publicaste en Revista Ardea, editada por la Secretaría de Comunicación de la UNVM, hablas de la cancelación. ¿A qué hace referencia?
-La cancelación es un tema de interés de la comunicación en la actualidad no porque sea novedoso. Uno, por postura epistemológica, ideológica, investiga nuevos medios, nuevas tecnologías. Creemos que las prácticas no son totalmente novedosas, son residuales de prácticas, incluso presenciales, analógicas o de medios anteriores. Entonces, si nosotros ponemos sobre la mesa la problemática de la cancelación, podemos decir que ya estaba en el escrache, está en el boicot, en el vandalismo, está en diferentes prácticas que algunas de ellas son políticas que se van al escenario político, a decir “acá estamos señalando a otros por sus prácticas políticamente incorrectas, contraria a lo que la sociedad define como lo que está bien”. Pero en el escenario de las redes, dada la sobreinformación y el anonimato se da más asiduamente. Muchas veces es injusto, muchas veces puede parecer una postura fascista andar señalando que el otro no pueda decir, no pueda pensar alguna cuestión. Se puede dar un retroactivo por lo que alguien dijo o pensó en otros momentos, cuando la sociedad estaba debatiendo otros temas. En el escenario de los y las influencers, cuando despuntan su dimensión como líderes de opinión, postulando una cosmovisión, un modelo de mundo o una opinión sobre algo que sucedió ayer en la agenda; se someten a la cancelación, ya fueran más conservadores o más progresistas, pierden seguidores y son señalados. Y es un precio que pagan algunos. Otros deciden estar en el grado cero de la ideología para no pagar ese precio. Pero la cancelación parece ser un mal de época que no tiene síntesis. No podemos analizarlo hoy en términos morales.
Las tramas de la cancelación
-Otro de estos temas de análisis es un fenómeno actual que hace tiempo que son los memes. ¿Cuál es el impacto que tienen en la construcción de la realidad?
-Parece que todo tiene que ver con todo. Los memes pueden parecer un objeto de la comunicación menor porque están ligados al humor. El humor tiene ese lugar marginal en donde uno puede pensar que la dimensión político-ideológica más importante de plantear agenda no puede pasar por ahí, pero tiene una potencia o un conjunto de potencias. El humor es una potencia, porque en el humor se pueden decir algunas cuestiones que no se dirían de otra manera. En Argentina tuvimos la revista Humor durante la dictadura que se animó a decir algunas cosas porque no era lo primero que iban a ver. Entonces se corrían esos umbrales, se mete con la religión, con la sexualidad y con las instituciones, con las figuras públicas. El humor puede. Tiene como componente el sarcasmo, la ironía y la noticia. Trabaja con lo que acaba de suceder y para la comunicación esos componentes son claves.