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El docente e investigador afirmó que “hay un deterioro muy fuerte en la democracia”. Por otra parte aseguró que las universidades “son de las pocas cosas” que “enorgullecen” a la sociedad.

El 2º Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y el Pre Congreso Argentino del Consejo de Decanos y Decanas de Ciencias Sociales (CODESOC), reunió a especialistas de diversas disciplinas para reflexionar sobre “aportes y reflexiones a 40 años de la Democracia en Argentina”.

Durante cinco días más de 1500 asistentes dieron vida a las diferentes sedes. Además, se presentaron 600 exposiciones, 300 ponencias y 15 conferencias centrales. Una de las principales conferencias estuvo a cargo del politólogo y docente Juan Manuel Abal Medina, quien reflexionó sobre lo que significa la democracia a través de la historia y su diferencia con un gobierno republicano representativo, el rol de los partidos políticos y la igualdad.

En una entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional de la UNVM aseguró que “la democracia se lleva muy mal con la desigualdad”.

-Antes de hablar de “los desafíos del proyecto democrático en el siglo XXI”, sería interesante conocer cómo llegan esas democracias al siglo XXI.
– Lo que yo llamó el proyecto democrático llega muy golpeado al siglo XXI. Después de una gran efervescencia en los años ’90 con la caída del muro, la democratización de los países de Europea del Este, la Primavera Árabe; todo hacía pensar que el mundo iba para ese lado. Pero últimamente se habla de una ola creciente en la que países con democracias muy sólidas comenzaron a tener problemas, como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, los casos de Turquía y Hungría. Hoy se puede ver que la democracia está en serios riesgos y eso tiene que ver con diferentes factores, pero creo que el fundamental es la desigualdad. La democracia se lleva muy mal con la desigualdad, es un sistema que tiene como piedra angular esa idea y el crecimiento de la desigualdad genera mucho ruido, bronca, ansiedad y un conjunto de efectos nocivos para la democracia. Es lo que hoy vemos en todo el mundo.

-¿Cómo está la situación en Argentina?
-Estamos sufriendo eso mismo. Vemos una gran fragmentación. Las dos grandes coaliciones que parecían sólidas hace cuatro años, hoy está a los ojos de público que no lo son. Hay una enorme polarización afectiva y una enorme dificultad para el diálogo democrático. Hay un deterioro muy fuerte en la democracia en Argentina, en sintonía con el mundo.

-En un contexto de coaliciones, ¿cuál es rol de los paridos políticos?
-Tienen un rol muy importante, porque la democracia no funciona bien sin partidos fuertes. Los partidos políticos son el canal de transmisión de la voluntad ciudadana al Estado para que se transforme en decisiones de políticas públicas. Si los partidos no expresan esto, las democracias pierden sentido y se transforman en otra cosa, en un gobierno electoral o como queramos llamarlo. Cuando hicimos con Cristina la Ley de las PASO y la democratización de la política, confiamos en fortalecer los partidos. Algo logramos, pero en los últimos tiempos se fortalecieron las coaliciones y en su interior los partidos siguen debilitándose. Hay un problema ahí que no hemos sido capaces de solucionar.

-Otro eslabón es la participación ciudadana. ¿Cómo observa la falta de interés y el resurgimiento de pensamientos de derecha?
-Es un proceso que tiene escala global, pero que también nos tiene que llevar a reflexionar a nosotros. Nuestras instituciones políticas son hijas de un tiempo en el cual las cartas viajaban en barco, fueron pensadas hace 250 años. Debemos pensar nuevos canales de comunicación para generaciones que se han acostumbrado a vivir con el celular en la mano, tenemos que ser capaces de pensar formas alternativas de participación que no sea la pseudo-participación que nos ofrecen las redes sociales.

-¿Existe una predisposición para esos o como decía O’Donnell se impone la “democracia delegativa”?
-Hay mucho de lo que decía Guillermo de “democracia delegativa”, mucho de lo que llamaba “muerte lenta de la democracia” que también lo estamos viendo. Por suerte los golpes de Estado en general ya no ocurren, pero la democracia va perdiendo sentido.

-¿Qué lugar le asigna a las ciencias sociales?
-Son muy importantes. Desde las ciencias sociales tenemos que señalar muchas cosas. Hay que pensar que hay cuestiones que pueden sonar muy bien, pero después en los hechos terminan perjudicando. En eso pueden aportar para que se tengan en cuenta.

-¿Y a las universidades?
-Las universidades en general y las públicas en particular tienen un rol central. Son de las pocas cosas que nos enorgullecen. Independientemente de cualquier grieta posible, la imagen de la universidad pública está muy alta y es un espacio que nos une, nos hermana y nos obliga a devolverle a la sociedad parte de lo que nos dio en nuestra formación gratuita.

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