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Tras el triunfo electoral de la ultraderecha europea en Italia, Giorgia Meloni será la próxima primera ministra de ese país inaugurando una nueva etapa en la historia política italiana. Con Matteo Salvini y Silvio Berlusconi como principales aliados, la coalición formada por Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia obtuvo el 44 por ciento de los votos y tendrá mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el Senado, en el marco de un sistema parlamentarista. El mayor porcentaje de votos los aportó la fuerza de Meloni (el 26 por ciento), contra los 8,9 de Salvini y 8,3 de Berlusconi, figuras de la derecha italiana en distintas épocas.

Consultado sobre este resultado, el docente de la UNVM e investigador adjunto CONICET, Juan Manuel Reynares, señaló que las nuevas derechas aparecen como “un modo de prolongar las demandas típicas del neoliberalismo con tradiciones autoritarias vinculadas al fascismo europeo, donde ya no quedan grandes líderes sino mas bien personajes como Meloni, quienes apuntan a que cada uno de los ciudadanos crea resolver para siempre sus problemas votando a quien le promete, por ejemplo, terminar con la inmigración”.

Asimismo, remarcó que la guerra Ucrania-Rusia y el Covid-19 tendieron a “catalizar y acelerar los procesos de segregación que se venían dando” en los países europeos. “Estos dos hechos combinados precipitaron esta serie de procesos sociales vinculados a la segregación y la conflictividad que no puede ser resuelta por los sectores políticos tradicionales y que provoca la emergencia de este tipo de expresiones novedosas como la de Meloni”, puntualizó.

Por otra parte, hizo hincapié en que el sistema de gobierno italiano “no ha logrado estabilidad porque no tiene por detrás un sistema de partidos fuertes, sino que son fragmentados”. En este sentido, existe una propuesta de la coalición ganadora de transformar el sistema en presidencialista, lo que abre un nuevo debate.

-¿Cómo se puede leer este resultado en Italia?
-Se puede decir que hay diversos niveles para analizar. Meloni es una dirigente con ascendente atracción en la mayoría del electorado, una imagen pública en aumento a diferencia de los otros dos grandes líderes que conforman su alianza. Entonces permite la continuidad de las políticas de los partidos de Berlusconi y Salvini, y al mismo tiempo imprime un giro radicalizado en la derecha italiana. Así, se erige en el vértice de una coalición cuyos líderes están en declive.

-¿Cuál fue la implicancia que tuvo la economía?
-En Italia años se sucedieron años de inestabilidad política y también económica. El aumento de la inflación provoca una situación cada vez más precarizada para amplios sectores de la ciudadanía que suelen recalar a la inmigración como la principal culpable de todos los males, sobre todos quienes llegan desde África. Al mismo tiempo, uno encuentra una política italiana en la que se han debilitado las posiciones políticas de izquierda, al punto de tener muy pocos votos. Hay que tener en cuenta que desde la crisis financiera del 2008, la política europea viene siendo objeto de una serie de transformaciones casi estructurales donde la debilidad de los partidos de izquierda tradicionales, junto con la experiencia de izquierdas novedosas como Podemos en España o Syriza en Grecia, ha entrado con ciertos matices en momentos de crisis y estancamiento, dependiendo mucho de cada situación nacional.

-¿Qué propone esta nueva derecha?
-La política europea viene de dos décadas con partidos de izquierda completamente debilitados, experiencias novedosas de la izquierda con cierto grado de estancamiento y el avance de las nuevas derechas, como el posfascismo o los populismos de derecha, aunque esta categoría reconoce otras categorías vinculadas a tradiciones de izquierda. Estas nuevas derechas vienen a combinar tradiciones que antes se encontraban en las antípodas, como la defensa de un Estado nacional fuerte junto con la reivindicación de que el Estado intervenga de manera mínima en los mercados y que dé libertad a los agentes económicos y que procure una reducción de los impuestos haciendo base en la reducción de los gastos de representación. Esto es difícil de sostener, porque los gastos de representación política son mínimos en los Estados europeos. Yo pensaría estas nuevas derechas como un fenómeno englobante que trae a colación un cambio de la época en el modo en que se construyen las relaciones con la ciudadanía mientras se debilitan o estancan las posiciones de izquierda y aparecen estas nuevas expresiones cuya clasificación sigue siendo problemática para la mayoría de las ciencias sociales.

-¿Habrá retrocesos en derechos conquistados?
-La victoria de Meloni va a significar una desmejora generalizada de las situaciones de todos los inmigrantes, sobre todo las del norte de África. Puede haber un retroceso en derechos conquistados, especialmente en aquellas poblaciones cuyos derechos ya son difíciles de reconocer, y, en general, los derechos de trabajadores y poblaciones precarizadas van a tender a seguir siendo desmejoradas porque estamos hablando de países y Estados en los que hay una fuerte precarización de vida en general.

-¿Cómo repercute en la Unión Europea?
-Me parece que no habrá grandes cambios, porque la mayoría de los partidos, como el de Meloni, tienden más bien a intentar cambiar las relaciones de poder dentro de la UE pero sin pretender su ruptura o su transformación radical. En ese sentido, las relaciones internacionales italianas seguirán siendo relaciones en donde Italia, de algún modo, intentará ubicarse en el nuevo escenario de la UE como el garante de la civilización europea frente a las grandes olas de inmigración. Algo que me parece importante es la cuestión del euroescepticismo. Meloni, que tiene mucha relación con otras expresiones de las nuevas derechas europeas, tiene una postura de participación en la institución europea pero sin embargo cierta crítica a los modos en que ésta ha tendido a debilitar la soberanía de los Estados nacionales al quitarles capacidades básicas en el manejo de su economía, de las variables de la economía de producción, como la propia moneda. Sin embargo, ante problemáticas sociales de primer orden como lo es la desigualdad creciente de estas sociedades la UE tiende a prestar una ayuda precisa y más bien precaria, por lo que países se ven de algún modo limitados en su soberanía en términos económicos por parte de una élite tecnocrática que reside en Bruselas y sin embargo ante problemáticas sociales no reciben ayuda que sea congruente con ese condicionamiento económico. En ese desbalance que analizan las nuevas derechas, es dónde se hace fuerte el euroescepticismo que caracteriza a Meloni, que no creo que implique ninguna salida de la UE pero sí un intento de disputar al interior de la misma lo que sería la estrategia respecto a problemáticas como la inmigración hacia posturas mucho más fuertes y segregacionistas.

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