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La investigadora y docente jubilada de la UNVM recibió la distinción “Tato Pavlovsky”, otorgada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, junto a otras personalidades comprometidas con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.

Una trayectoria se construye con hechos y se funda en pensamientos y convicciones a través de la vida. Esta coherencia, transmitida a través de su paso por las aulas y organizaciones fue reconocida recientemente en el marco del 45º aniversario del golpe de estado cívico – militar de 1976.

Liliana Guillot fue profesora de la Universidad Nacional de Villa María hasta 2019 y hoy continúa su actividad como investigadora en diferentes proyectos que rescatan, para mantener la vigencia, la memoria de aquellos fatídicos acontecimientos.

– ¿Cómo recibiste la noticia de esta distinción y de qué manera la resignificás en esta etapa de tu vida?
– Para mí fue una sorpresa, es un premio que por primera vez se otorga y de aquí en más se seguirá entregando. Tiene que ver con la historia, con la formación de todos aquellos que tuvimos problemas durante la dictadura cívico, eclesiástica, militar y hemos seguido creando algunas cosas, con el ser coherente, con toda una vida de pelear contra el olvido.

En los últimos años de trabajo en la Universidad, básicamente en investigación, he podido redondear una ideología que nace cuando empiezo a estudiar cine, allá en la primera etapa de la Escuela antes que los militares la clausuraran y era muy fuerte la responsabilidad ideológica de los alumnos sobre qué hacer a través del arte para pelear por una sociedad más justa. Todos mis trabajos han tenido que ver con eso, mi primera tesis tuvo que ver con las infancias abandonadas en las villas de Córdoba.

Acerca de este trabajo, Liliana rememora la “inconsciencia y valentía juvenil” y ríe, evocando el momento: “fuimos a mostrarle el documental al gobernador militar de Córdoba”.

En la Universidad con perspectiva de género
En este andar por las aulas, Guillot destacó el trabajo con realizadoras mujeres. “Siempre hemos tratado de que filmen para romper con esa tendencia de que la mujer va a producción o a llevar el café. Desde las cátedras insistimos para que las chicas se hicieran cargo de grabar, hacer los guiones, dirigir… y hemos tenido trabajos bellísimos donde se ha afianzado la confianza y creo que eso es también parte de la memoria”.

Este proceder no es producto de la casualidad: “mi formación en la Escuela de Cine tuvo todo esto y yo siento que hay que continuarlo”, señala.

Durante la charla, Guillot evoca las diferentes acciones producto de proyectos de investigación que se llevaron a cabo con Danzamble, dirigido por otra docente de la UNVM, Gabriela Redondo.

“La Universidad Nacional de Villa María nos permitió seguir adelante el trabajo de la memoria y es así que ya llevamos tres investigaciones y seguimos caminando todas juntas. Es una maravilla la sensación de un colectivo donde estoy yo como docente jubilada y comparto con chicas que aún no han terminado la Universidad, eso es lo realmente fascinante”.

Dialogar con Liliana, emociona. La vitalidad en la lucha por un mundo más justo e inclusivo es contagiosa. Sin dudas, el premio Tato Pavlovsky, está en muy buenas manos.

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