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La Directora Nacional de Gestión Universitaria, Roxana Puig, y el pedagogo especializado en didáctica en la Educación Superior, Jorge Steiman, ofrecieron una charla en la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) para reflexionar sobre el regreso a la presencialidad y las posibilidades de la virtualidad.

Luego de que las clases presenciales se vieran interrumpidas por la pandemia, el retorno a las aulas durante 2022 supone nuevas preguntas acerca de los modelos pedagógicos y la necesidad de construir definiciones que sumen a repensar la propuesta docente.

Sobre esta temática reflexionaron la Directora Nacional de Gestión Universitaria (DNGU), Roxana Puig, y el pedagogo especializado en didáctica en la Educación Superior, Jorge Steiman, en una charla organizada por Secretaría Académica de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM).

Para Puig, algunas de las cuestiones que hacen a la discusión ya se pensaban en la pre-pandemia: los diseños curriculares, la flexibilidad, el volumen de actividad exigida a los y las estudiantes para aprobar una materia, el largo de las carreras, la retención. Sin embargo, mencionó que durante la pandemia, instituciones y docentes advirtieron que la virtualidad y la educación a distancia no solo permitieron la continuidad pedagógica, sino que se vislumbraron como herramientas potentes y fértiles para pensar las clases en el futuro.

Roxana Puig: «En todas las modalidades tenemos potencialidad para pensar la docencia, la formación, y sobre todo, potencialidad para sostener, ampliar y profundizar el derecho a la educación superior de los estudiantes». 

«Nuestro sistema universitario es tradicionalmente presencial, es más, previo a la pandemia había un manto de sospecha sobre la virtualidad, la educación a distancia, la calidad de esas ofertas», comentó, y agregó que, a pesar de esto, en la actualidad «sostener una dicotomía entre presencialidad y clases a distancia es un espacio que se va achicando cada vez más en función de poner en el centro una propuesta pedagógica que esté mirando al estudiante».

Esa propuesta pedagógica, según lo mencionado por Puig, incluye pensar el abanico de posibilidades que ofreció la virtualidad durante la pandemia, teniendo en cuenta, por ejemplo, que un número significativo de estudiantes volvió a las universidades para terminar su formación.

En este sentido, resaltó: «En ambas o en todas las modalidades tenemos potencialidad para pensar la docencia, la formación, y sobre todo, potencialidad para sostener, ampliar y profundizar el derecho a la educación superior de los estudiantes».

 Jorge Steiman: «Pasado la pandemia tenemos otra cáscara y otra periferia, y en esa periferia tenemos que movernos también, sin perder de vista el sentido de aquello que hacemos».

Por su parte, Steiman, quien además es asesor de la DNGU, también enfatizó en la importancia de pensar en trabajar con las dos modalidades -presencial y virtual- combinadas, para aprovechar lo mejor de cada una de ellas. Y sostuvo que ése es el modelo pedagógico que «hay que empezar a construir con calidad técnica también ahora».

Consultado acerca del rol docente en este nuevo contexto, el pedagogo destacó: «La razón principal de la intervención docente no varía, es decir, enseñamos porque hay una razón pedagógica, algo tiene que tener sentido para ser enseñado, eso no cambia. Tiene  que ser una propuesta que invite desde hasta el propio apasionamiento a sumarse al conocimiento, eso no cambia». Y agregó: «La cáscara es lo que cambia, la periferia. Pasado el temblor (la pandemia) tenemos otra cáscara y otra periferia, y en esa periferia tenemos que movernos también, sin perder de vista el sentido de aquello que hacemos».

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