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Lo aseguró el pisiquiatra en su paso por Villa María para presentar el libro «Ser loco sin estar loco».

Emilio Vaschetto es médico psiquiatra y psicoanalista. Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana, la Asociación Mundial de Psicoanálisis y del Centro Descartes. Docente adscripto del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina (UBA) y supervisor de residencias en psicología y psiquiatría en el ámbito de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma.

En una entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional (SCI) de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) profundizó sobre las locuras singulares, qué dicen sobre la sociedad y cómo se puede “ser loco sin estarlo”.

-¿Qué son las locuras singulares?

En realidad hablamos de la locura en general, pero lo llamamos la locura en singular porque tenemos una posición desde el psicoanálisis, un punto de vista antisegregativo. Es decir, la locura nos concierne a todos de alguna manera. Es un aspecto que está entronizado en el ser, desde la perspectiva que todos, en algún sentido estamos enfermos de lenguaje.

-Usted asegura que lo difícil es “pensar cómo es que no estamos locos” ¿Cuál es la propuesta de tu obra en ese sentido?

-Ser loco sin estar loco, es una rueda, podemos dar vuelta para un lado y para el otro, pero de algún modo la locura toca el punto de vista psiquiátrico, lo que implica el aspecto clínico (lo que conocemos como las enfermedades mentales), pero también habla de aspectos constitutivos de la subjetividad humana, la misma formación del yo del sujeto. Por ejemplo, cuando una persona “se la cree”, termina tomando una forma clínica muy parecida a lo que es la paranoia en sí misma. Ya que mirarse en el espejo, tomarse selfies, (nos miramos y contemplamos), nos da una la ilusión de una imagen completa de nuestro cuerpo. Pero éste está ciertamente fragmentado y testimonio de eso es la forma clínica que llamamos la esquizofrenia, pero uno podría decir que del otro lado estamos nosotros. Otro ejemplo es el lenguaje mismo, ya que nos parasita, nos toma, nos hace decir cosas, a pesar nuestro. Muchas veces lo vemos con los políticos o en distintos programas de espectáculos, gente que le asaltan pensamientos o formas que se dicen mediante furcios, lapsus, actos fallidos, que testimonian de una verdad incluso desconocida para el sujeto mismo. De una forma muy explícita la locura da testimonio de eso; es esta rueda que mencionamos recién. La locura le concierne al psicótico que, nosotros llamamos la locura clínica, pero está en nosotros mismos de alguna manera.

-¿Qué nos dice sobre la sociedad?

-Bueno es un tema interesante ese aspecto, a veces abordado de manera un poco tenue o ligera. Tenemos estos comentarios que se hacen sobre la película Joker, donde han circulado artículos y demás, de una forma que yo diría una traslación psicológica de un problema social. Efectivamente el Joker en realidad es un individuo que tiene un problema neurológico que se llama moría, un problema a nivel cerebral. ¿Quién nos dice cuando este sujeto enloquece, cuando pasa al acto, cuando empieza a tener estos episodios agresivos y homicidas? Hay algo de la locura que señalaba Lacan, de como el paranoico fusiona su malestar interior con el mal social. No es que el loco sea el malo y la sociedad sea algo bueno, sino que quizás el loco es aquel que testimonia de una forma palmaria el mal social y lo pone en acto. Entonces me parece como importante retener la cuestión de cómo hay una fusión del pesimismo, de alguna forma mostrando un tipo de sociedad; “dime qué tipo de crisis tienes y te diré qué sociedad eres”.

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